Todas las emociones que sentimos tienen un propósito, tanto las positivas como las negativas. Forman parte de lo que somos e influyen en las decisiones que tomamos. Por eso hoy veremos algunas maneras en las que pueden influir en nuestro día a día y cómo podemos potenciar las emociones positivas para tener una mejor calidad de vida.
¿Qué son las emociones?
Vayamos a los inicios. La palabra «emoción» deriva del latín «mover hacia afuera». Esto quiere decir que las emociones están directamente conectadas a cómo expresamos nuestro mundo interno, pues las emociones son ese motor que nos impulsa a actuar de determinada manera.
Si lo vemos desde el punto de vista de la psicología, las emociones son constructos complejos que son difíciles de comprender y de definir. Sin embargo, podríamos entenderlas como respuestas o reacciones que genera el organismo del ser humano ante un suceso, con un gran valor adaptativo, además de que pueden manifestarse a nivel psicológico y conductual.
Propósito de las emociones
Biológicamente, las emociones se originan en un conjunto de estructuras nerviosas llamadas sistema límbico, uno de los sistemas nerviosos más antiguos que tenemos. Éste se conecta con el neocórtex, que es donde ocurre el proceso de la toma de decisiones, también donde se asienta nuestra personalidad.
Sí, quizá suena muy técnico, pero esto quiere decir que las emociones juegan un papel muy importante en quienes somos y en cómo vemos y afrontamos la vida. Por ejemplo, pueden ayudarnos a enfrentar situaciones de peligro; como un robo a mano armada, o ser perseguido. En este caso, el miedo puede ser lo que nos impulse a correr para salvarnos.
Por eso es que todos los tipos de emociones tienen algo en común: nos ayudan a ampliar nuestro repertorio de pensamiento, a ser creativos ante la resolución de problemas e incluso empujarnos a conocer nuestros límites. ¡Son maravillosas!
Entonces, como los seres humanos tendemos a separar las cosas en grupos para entenderlas mejor, vamos a dividirlas entre emociones positivas (cuando son agradables) y emociones negativas (cuando son desagradables) para conocerlas mejor.
Ejemplos de emociones positivas
Veamos una lista de 10 emociones positivas que somos capaces de sentir, tanto en el día a día como en ocasiones especiales, además de repasar lo que cada una de ellas representa:
- El gozo: esta emoción tiene un mayor grado de regocijo que la mera felicidad o un buen estado de ánimo, ya que se produce cuando, por ejemplo, logramos una meta o tenemos éxito en ese proyecto especial. Nos puede impulsar a ser más creativos y tener mayor motivación.
- La gratitud: ocurre cuando observamos, valoramos y reconocemos de todo corazón la ayuda de alguien o algo que hemos recibido. Esto nos permite estrechar lazos y profundizar mucho más nuestras relaciones y saber apreciar lo que tenemos en el presente.
- La serenidad: es esa sensación de total calma que nos permite disfrutar del aquí y del ahora.
- Interés por el mundo: esa genuina curiosidad de conocer a profundidad el lugar que nos rodea, disfrutarlo y animándonos a experimentar nuevas sensaciones para estar en sintonía con nuestro entorno.
- La esperanza: es la sensación que nos ayuda a alcanzar nuestras aspiraciones, a mantener la serenidad ante situaciones difíciles y seguir constantes hasta conseguir lo que queremos.
- El orgullo: es la satisfacción que sentimos luego de cumplir un objetivo. Es como un abrazo hacia nosotros mismos, o nuestra palmada en la espalda luego de alcanzar un logro después de haber pasado por situaciones estresantes.
- La diversión: nos hace actuar con entusiasmo y alegría ante situaciones que nos gustan. Al divertirnos no solo mejoramos nuestro estado de ánimo, sino que también puede influir positivamente en nuestra creatividad en la vida diaria.
- La inspiración: nos motiva y hace que concentremos toda nuestra energía y atención en un proyecto que amamos, que nos trae alegría y que nos resulta agradable. Ayuda a encontrar fácilmente la manera de hacer algo o seguir el ejemplo de alguien para lograrlo.
- El asombro: cuando vemos algo fuera de lo normal se desencadena el asombro. Si bien se puede considerar una emoción neutra, la contamos como positiva porque puede promover este tipo de emociones.
- El amor: el amor es visto como un concepto muy amplio o complejo pero, en resumidas cuentas, es un vínculo que nace de la valoración y admiración del otro. Por eso es positivo, pues nos hace sentir una empatía muy grande cuando amamos a otros o a nosotros mismos.
¿Cómo pueden las emociones positivas mejorar nuestra vida?
Según estudios realizados por la doctora Bárbara Fredrickson, profesora del departamento de psicología de la Universidad de Carolina del Norte, las emociones positivas son tan indispensables para la vida como las emociones negativas. Pero en el caso de las positivas, no solo contrarrestan a las negativas, sino que además promueven las conexiones sociales, así como nuestro desarrollo y crecimiento personal.
Sin emociones positivas, nuestros ancestros no habrían generado los recursos personales necesarios para descubrir el fuego, o inventar la rueda, o años más tarde la escritura. Tampoco habrían aprendido a vivir en comunidades, ni a ayudarse unos a otros. Por eso es que se le ha dado mucha importancia a la inteligencia emocional, al estado emocional, el afecto positivo y al análisis de las emociones básicas durante estos últimos años.
A continuación verás algunos de los efectos más relevantes que las emociones positivas pueden tener en nosotros:
Mejoran nuestra forma de pensar
Estos pensamientos nos permiten tomar en cuenta nuevos aspectos o posibilidades que nos den diversas perspectivas de un mismo asunto. Cuando potenciamos nuestro pensamiento positivo podremos tener una visión más clara y global de las situaciones, lo que nos ayudará al momento de tomar decisiones, ya sea para nuestra vida diaria o para grandes elecciones que pueden hacer que nuestra vida tome un rumbo diferente.
Influyen en nuestra salud
Durante estos últimos años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido la salud como «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Esto da a entender que el estado emocional que tiende a lo positivo puede ser beneficioso para la salud física y mental.
Hay una variedad de estudios que han demostrado que aquellos que experimentan más emociones positivas viven más y son menos propensos a sufrir de ciertas enfermedades.
Nos ayudan a afrontar la adversidad
Experimentar emociones positivas a plenitud hace que desarrollemos resiliencia, que es la capacidad que tenemos para afrontar situaciones difíciles, superarlas y aprender de las mismas para ser mejores personas en el futuro.
Si bien todas las emociones deben sentirse al máximo, sin intentar forzar una u otra, es importante tener presente que en los momentos más difíciles debemos buscar maneras de sentir emociones positivas, para así ajustarnos mejor a nuestro entorno y generar planes de acción lo más objetivos y menos fatalistas posibles a corto, mediano y largo plazo.
Mejoran nuestras relaciones interpersonales
El ingrediente principal para crear y fortalecer relaciones sociales son las emociones positivas, pues permiten que los vínculos que tenemos con otras personas se refuercen y perduren en el tiempo.
Por ejemplo, si somos agradecidos con los actos que nuestros amigos han tenido con nosotros, sabremos valorar esa amistad y actuaremos con reciprocidad ante ese apoyo. Es importante que esos actos de reciprocidad sean genuinos, y que los hagamos desde el cariño o el amor que tenemos por esa persona. ¡Y no hace falta algo super elaborado! Una plática puede hacer que una amistad florezca.
Herramientas que podemos usar para potenciar las emociones positivas
Con todo el estrés del día a día y lo que debemos hacer entre el trabajo y el hogar, quizá se nos haga complicado encontrar la manera de mantenernos positivos. Lo bueno es que existen herramientas que nos ayudan a despertar esas preciadas emociones positivas. Te compartimos tres de ellas:
Meditación
En primer lugar tenemos la meditación, clásica y popular, es uno de los mejores hábitos para cuidar la salud tanto física como mental. Está comprobado que practicar la meditación incrementa las emociones positivas, mejora las habilidades sociales y nos hace más resilientes, pues nos hace enfocarnos en la compasión, la bondad, la paciencia y el autoconocimiento.
Al meditar podemos alcanzar un estado de mindfulness, ya que nos orienta desde la psicología positiva al desarrollo de la amabilidad, compasión, entre otras emociones comentadas anteriormente, y nos permitirá tener una mejor calidad de vida.
Autorreflexión
¿Te has sentado a pensar y analizar por qué haces lo que haces? ¿Por qué piensas lo que piensas? Nosotros mismos somos como una piscina profunda: podemos elegir si caminar por los bordes sin sumergirnos, solo meter los pies o sumergirnos, pero lo cierto es que conocernos nos hará ser más comprensivos con nosotros mismos.
Puede ser difícil, porque en ese camino nos conseguiremos con cosas que puede que no nos gusten. Pero recordemos que somos humanos, no se trata de ser perfectos.
Lo importante de esta herramienta es el encontrarnos, abrazarnos, y aceptarnos, con todos los errores del pasado, reconociendo lo fuertes y valiosos que somos por haber soportado y superado tantas situaciones difíciles, siendo nosotros nuestra propia motivación para seguir adelante.
Terapia cognitivo-conductual
La meditación y la autorreflexión son actividades que podemos realizar en primer lugar y por nuestra cuenta, pero si hay algo que es muy importante, y vale mucho, es saber pedir ayuda. Cuando quizá lo hemos nos encontramos frente a un callejón sin salida, o para entendernos aún mejor, lo ideal es acudir con un profesional.
Un terapeuta puede ayudarnos a poner en orden todas esas emociones que nos abruman, descubrir sus orígenes y brindarnos herramientas específicas para cada una de ellas. Parece increíble, pero cuando entendemos el origen de nuestros miedos, de la rabia o de la tristeza, aunque no tengamos la solución inmediata para esos problemas, nos sentimos mejor.
La terapia nos abre caminos para ser más empáticos con lo que hemos vivido y la forma en la que somos. Esto, a su vez, nos ayuda paralelamente a tener una mejor relación con los demás.
Emociones negativas
Puede que el término «emociones negativas» resulte un poco confuso, porque sí, son emociones difíciles de transitar, nos mueven la estabilidad, nos hacen llorar… Pero eso no quiere decir que sean emociones malas o que debamos escapar de ellas. ¡Todo lo contrario! Pasar por todas las sensaciones que nos provocan puede proteger nuestro estado emocional, nuestra salud mental e incluso nuestra salud física.
Eso sí, lo que siempre debemos buscar es un equilibrio entre ellas. Se trata de escucharnos en esos momentos desagradables, permitirnos sentir estas emociones, para después, eventualmente, conectarnos con emociones positivas para ver y pensar con más claridad.
Ejemplos de emociones negativas
Las emociones negativas más básicas son la rabia, la tristeza, el miedo y la ansiedad. Ellas producen ciertos efectos en nuestros cuerpos que pueden estar avisándonos de un peligro o riesgo cercano. Pueden ayudarnos a afrontar o evitar una situación difícil o irnos de un lugar a tiempo. ¡Por eso hay que aprender a identificar nuestras emociones y dejarnos sentirlas!
¿Cómo pueden ayudar las emociones negativas en nuestra vida?
Como te dijimos recientemente, las emociones negativas se asocian al instinto de supervivencia que tenemos los seres humanos, ya que son capaces de alertarnos de los desafíos, obstáculos y amenazas que tenemos que enfrentar. Aunque por supuesto, no son fáciles de gestionar. Pueden hacernos sentir exhaustos o abrumados, pero son necesarias para pasar por ciertos procesos que conducen al bienestar psicológico.
Así que lo ideal es que no nos quedemos enfrascados en ese tipo de emociones que nos desgastan, e intentar siempre volver a un afecto positivo. Aprender a sentir todas nuestras emociones, ver qué nos está enseñando de nosotros mismos y equilibrarnos nuevamente.
Porque al permitirnos analizarlas, comprender de dónde vienen y lo que nos provocan, seremos capaces de mejorar nuestra relación con nosotros mismos, contar con muchos más recursos personales para lidiar con situaciones estresantes, a mejorar nuestras habilidades sociales e incluso mejorar nuestro estado de salud.
Así que recuerda: aunque no podemos controlar nuestras emociones, podemos construir los recursos necesarios para usarlas a nuestro favor, aprovechando los beneficios de cada una.
¿Quieres aprender cómo desarrollar hábitos que te ayuden a ser una persona más satisfecha y positiva? Pues no dudes en visitar los demás artículos sobre bienestar de nuestro blog.